Opinion
Mirando de Frente / Parte 3
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Después de los someros diagnósticos realizados sobre la situación que se vive en nuestra Patria, de plantear el problema, creo que es pertinente realizar un breve ensayo sobre algunas propuestas, muy personales, para solucionar la encrucijada por la que atravesamos:
Lo primero a enunciar es que la solución no consiste en cambiar los nombres de los gobernantes simplemente. No señores. Hay que buscar realizar un verdadero cambio en las estructuras e instituciones que nos rigen. Ante todo hay que cambiar la forma de pensar del colombiano, tanto de gobernantes como de gobernados. Es darle aplicación a la moderna frase de que “hay que cambiar el chip”.
Sí. Hay que pensar en un cambio radical, pero sin modificar ni los medios del sistema de producción, los cuales no deben ser tocados. Hay que dejar de pensar en el beneficio individual o de grupos para pensar en el beneficio de todos. Realizar un cambio profundo en nuestras instituciones que redunden en la búsqueda de un manejo honesto de la cosa pública.
Pensamos que se debe superar el formato manido de izquierda y derecha. Realmente no ese el meollo del asunto, el cual está en buscar el beneficio colectivo, respetando la propiedad privada, la libre empresa y preservar el cúmulo de derechos fundamentales de todas las generaciones que se han conquistado no solo a nivel nacional sino mundial.
Entonces se traduce todo ello en buscar una persona que piense en beneficio de todos, que se desprenda de toda clase de intereses individuales o clasistas y creo que el prototipo puede ser alguien con el perfil de BUKELE, extirpándole algunas de sus falencias.
Quizá el principal flagelo que nos azota es el de la corrupción. Al respecto hay que tomar algunas medidas que busquen la disuasión a incurrir en ella. Se me ocurre una medida radical, como sería la inversión de la carga de la prueba, es decir, que toda persona contra quien se inicie una actuación penal o disciplinaria por hechos de corrupción sea la que está en la obligación legal de demostrar su inocencia y no que el Estado tenga que probar su responsabilidad en el hecho.
La implementación del voto obligatorio sería otra figura que contribuiría a que se erradiquen costumbres como la compra de votos. Si todo ciudadano está obligado a votar, no tiene que estar pendiente de obtener un beneficio por votar.
La implantación de las listas cerradas a corporaciones públicas. Con ello evitaríamos la llamada Operación Avispa, creada por López Michelsen; el recorte del número de congresistas. Y una propuesta para acabar con la reelección de congresistas que perduran en sus curules hasta más de cuarenta años: Una persona solamente estaría habilitada para ser concejal por un periodo, de allí podría saltar a Diputado a Asamblea igualmente por un periodo, de allí a la Cámara de representantes por igual término y finalmente un periodo como senador. De allí para su casa.
Todas estas reformas redundarían a acabar con la dañina polarización que nos abate. Poco a poco iré consignando aquí las ideas que pueden servir como solución al estado de postración en que se encuentra la moral pública (Y privada), que hoy por hoy es la reina en nuestra Patria. Ni Uribe ni Petro son los llamados a realizar estos cambios. Los invito entonces a mirar hacia El Salvador y sacar de allí las cosas buenas de Bukele para implantarlas en nuestra querido país.-