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El Cacique Diomedes Díaz había marcado el destino del Gran Martín Elías

Tomado de la REVISTA SEMANA
Martín Elías, a la diestra del Cacique

Diomedes Díaz marcó su destino, cuando lo subió a una tarima a los 6 años. Dos décadas después se hizo figura del vallenato y murió de la misma forma y con la misma edad que su tío abuelo, el primer Martín Elías.

No era fácil ser hijo de Diomedes Díaz, la leyenda del vallenato, y decidirse a seguir el mismo camino. Su padre, casi por designio, les había dejado el testimonio de su música a él y a su hermano Rafael Santos, cuando en “Mi primera cana”, una de sus canciones máximas, los mencionó y al menor lo bautizó como “el gran Martín Elías”, como se le conocería desde entonces.

La vida de Martín Elías se balanceaba entre sus dos pasiones, la música y el fútbol. Pero muy temprano se decantó por la primera, cuando a los seis años su papá lo subió a una tarima y le entregó un micrófono para que improvisara unos versos. Y ante la presencia intimidante del Cacique y de Rafael Santos, el hijo mayor, el pequeño cantó por primera vez frente a una multitud.

La escena se repetiría varias veces, cuando el hijo empezó su propia carrera. En 2012, en Santa Marta, cantó “Mi primera cana” junto a su conmovido padre, que le acariciaba la cara y lo señalaba como su sucesor. La emoción y el respeto de Martín Elías hacia el Cacique era evidente.

La infancia de Martín Elías, sin embargo, transcurrió alejado de su padre. Era el hijo menor del matrimonio de Diomedes con Patricia Acosta, su gran amor, según la telenovela que llevó su vida a la pantalla.

Cuando nació, el 18 de julio de 1990 en Valledupar, el Cacique decidió bautizarlo con el mismo nombre de su tío acordeonista, Martín Elías Maestre, quien, en lo que ahora es una triste coincidencia, murió en 1979 luego de un accidente de tránsito en una camioneta que conducía Diomedes, cuando también tenía 26 años. Fatal casualidad.

Martín Elías era muy pequeño cuando sus padres se separaron. El Cacique abandonó el hogar y entonces Rafael Santos, el mayor de los cuatro hermanos, llevó el rumbo de la familia y se convirtió en una segunda figura paterna. En 1997, tras la muerte de Doris Adriana Niño, Diomedes quedó en el centro de un lío judicial que lo llevó a prisión y que alejó su presencia de la familia.

La carrera de Martín Elías comenzó en 2001, cuando apenas era un adolescente y se juntó con otros miembros de la familia Díaz, entre ellos sus hermanos Diomedes y Rafael Santos, para grabar algunas canciones. Entonces, la figura de su padre, que lo apoyaba en sus anhelos, era una sombra pesada que aún lo hacía dudar sobre su destino en la música.

En 2006 se presentó por primera vez, por su cuenta, en una gran tarima. Lo hizo junto a su primera acordeonista, Fernando Rangel, en el Festival de la Leyenda Vallenata. Concursó en la categoría juvenil y ganó. La victoria se sintió como una confirmación de su destino. Al año siguiente se juntó con Rolando Ochoa, el hijo de Calixto Ochoa, otra estrella del género, para grabar su primer álbum “Una nueva historia”, que fue bien recibido en el mundo vallenato. Juntos se fueron de gira, la primera de Martín Elías, por todo el país.

Su periodo de consolidación musical llegó de la mano del acordeonista Juancho de la Espriella, que acababa de separarse de Silvestre Dangond. Fue justo su compañero el que, el 22 de diciembre de 2013, en pleno concierto en Barranquilla, le contó al oído que su padre, Diomedes Díaz, acababa de morir, víspera de la Navidad.

Ese binomio hizo giras por varios países del continente y grabó dos álbumes. La Historia Continúa, uno de ellos, fue lanzado en 2014, como homenaje a Diomedes Díaz, que además de ser el padre de Martín Elías, había grabado junto a Juancho de la Espriella.

El hijo supo formar su carrera propia a la par que honraba el legado de su padre. En cada concierto, el público le pedía que entonara los clásicos del Cacique, era una forma de volver a escucharlo, pues su voz, como la de nadie más, se le parecía. Martín Elías complacía a la muchedumbre con alegría. Sabía que estaba abriendo su camino pero que en su espalda también llevaba el peso del cacicazgo.

Como su padre, Martín Elías vivió rápido, al máximo de velocidad. A los 26 años ya había lanzado 10 álbumes, tenía dos hijos y se había casado dos veces, la primera a los 17. Incluso, a su alrededor se conformó una orda de fanáticos que se autodenominan como “martinistas”.

Diomedes Díaz dio su último concierto en Barranquilla, el 20 de diciembre de 2013, dos días antes de su muerte. Vistió una camisa con estampado de tigre que le había regalado su hijo. Antes de comenzar la presentación -le contó Martín Elías a El Pilón- el Cacique lo llamó y le dijo, en una despedida premonitoria: “Bueno, Martín, ya me puedo morir tranquilo, ya estoy cansado y tú estás para seguir”.

Hasta sus últimos momentos, como el Cacique, Martín Elías estuvo cantando vallenatos. Este 14 de abril, al amanecer, dio su último concierto en Coveñas. En la mañana tomó la carretera con rumbo a Santa Marta y en la transversal del Caribe, en San Onofre, el carro en el que iban 4 personas se volcó, luego de esquivar una motocicleta. A la 12:45 de la tarde del viernes santo, el heredero del Cacique murió, como su tío, el primer Martín Elías, joven y en un accidente de tránsito.

 

 

 

 

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