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Gobierno y ELN más cerca de sentarse en un diálogo por la paz

El Gobierno y la guerrilla del ELN mantienen aproximaciones que podrían llevarlos en pocas semanas a una mesa de diálogo por la paz de Colombia.

En pocas semanas puede abrirse una mesa de negociaciones con ese grupo guerrillero, asegura la Revista Semana en su última publicación en página web.

Asegura el informativo que  Frank Pearl ha estado durante casi dos años y 17 rondas intentando llegar a un acuerdo con Antonio Gaa, segundo al mando del ELN, para abrir una mesa formal de conversaciones. Hasta ahora ha sido imposible.

Otros apartes de la publicación, son los siguientes:

El peor escenario que tiene el proceso de paz con las Farc es que el ELN siga en armas. Un país no puede hacer un esfuerzo tan grande como el actual de negociación, para lograr un acuerdo parcial. Por eso para el gobierno se ha convertido en una gran preocupación el proceso con el ELN, que parecía ir rumbo al fracaso. Las conversaciones exploratorias con esta guerrilla comenzaron en enero de 2014, y después de 17 rondas iban rumbo al abismo. Se había acordado una agenda aceptable para ambas partes, que dio a conocer Antonio García en una entrevista con un diario argentino, y que contempla participación de la sociedad, transformaciones necesarias para la paz, democracia, víctimas, fin del conflicto e implementación y refrendación.

Hubo por lo menos tres reuniones fuera del país en las que no se avanzó un ápice. Los delegados pasaban horas y días en silencio o diciéndose las mismas cosas alrededor de las transformaciones —pues el ELN quería discutir la política minera y la doctrina militar— y del fin del conflicto, pues se negaba a poner como horizonte la dejación de las armas antes de que el gobierno cumpliera los demás acuerdos.

Tan estancada estaba la situación que muchos aconsejaron a Juan Manuel Santos abandonar ese esfuerzo. Los propios delegados del gobierno estaban a punto de tirar la toalla. Pero el presidente se mantuvo en una posición: insistir. Y cuando ya todo parecía perdido, se produjo un giro radical y hasta cierto punto misterioso en la situación. En julio, los acercamientos recobraron un brío insospechado y ahora tanto el comandante Gabino como el gobierno apuestan a que la apertura de una mesa de negociaciones está cerca. Gabino dijo que la agenda esta cocinada en un 85 por ciento y personas que han estado cerca a las negociaciones creen que antes de las elecciones de octubre se podría abrir esta nueva mesa.

Tres aspectos hicieron posible el cambio. El primero es el factor Farc. En abril, cuando el comandante de ésta, Timochenko, se reunió con Gabino en Cuba por iniciativa de los garantes, con la intención de acercar los dos procesos, el ambiente estaba tenso en La Habana. Había incertidumbre y por eso los resultados de esa reunión fueron modestos. Más allá de ratificar que entre los dos jefes guerrilleros hay buena química, nada pasó.Pero desde julio las conversaciones con las Farc se destrabaron. Eso sin duda sirve de incentivo para que los elenos se suban al tren de la paz.

El segundo factor se llama Nicolás Maduro. Los elenos, más incluso que las Farc, tienen su retaguardia en Venezuela, y el gobierno de ese país ha jugado un papel importante en los acercamientos con ellos. Eso suena insólito hoy en medio de la crisis desatada esta semana en la frontera, pero en julio fue una realidad. Hace unas semanas Maduro actuó como facilitador para que el ELN, y en particular Antonio García, llegara con posiciones más flexibles y realistas a las reuniones exploratorias.

Un tercer factor resultó ser un cambio de metodología. Un equipo técnico ha empezado a redactar un documento base, mientras que las cabezas principales de cada delegación realizan diálogos informales que les permiten acercar posiciones y conocerse mejor. En otras palabras, se ha empezado a construir confianza entre las cabezas de este proceso: Frank Pearl, por el gobierno, y Antonio García, por la guerrilla.

El gobierno es consciente de que un proceso con el ELN es radicalmente diferente al que se lleva en La Habana con las Farc. Que será dispendioso porque contempla que sean las comunidades y no los guerrilleros los que pacten una agenda de transformaciones sociales con el Estado. Aun así, existe la intención de que en algún momento ambos procesos confluyan y que por lo menos los temas de justicia y de fin del conflicto sean simultáneos. Algo que será bastante difícil de lograr.

 

 

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