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La ciudad colombiana de Cúcuta, en la frontera con Venezuela, vive una grave crisis de violencia por la creciente presencia de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que ha intensificado sus ataques en el departamento de Norte de Santander, del cual es capital.
En la noche del jueves, desconocidos dinamitaron el peaje de Villa del Rosario, ubicado en la autopista internacional que comunica a Cúcuta con la ciudad venezolana de San Antonio del Táchira, dejando a cinco personas heridas, y atacaron también tres puestos policiales, acciones que, según el gobernador de Norte de Santander, William Villamizar, causan «zozobra y dificultades» a la población.
Pese a que las autoridades no han identificado a los responsables de esos ataques, todas las miradas apuntan al ELN, que hace un mes le declaró la guerra al Frente 33 de las disidencias de la FARC en la región del Catatumbo, donde han sido asesinadas al menos 63 personas y cerca de 85.000 se han visto afectadas por la violencia.
El área metropolitana de Cúcuta y la frontera son una zona con una fuerte presencia del ELN, y Cúcuta y Villa del Rosario, específicamente, en los últimos dos años han tenido presencia de las disidencia de las FARC», dijo a EFE el director de la ONG Fundación Progresar, Wilfredo Cañizares.
Según Cañizares, la crisis humanitaria en el Catatumbo repercutió inevitablemente en el área metropolitana de Cúcuta, que ha recibido a miles de las personas desplazadas de esa región, que abarca buena parte de Norte de Santander.
«Todos teníamos la preocupación de ver en qué momento esa guerra rural que se viene desarrollando en el Catatumbo iba a explotar también, por decirlo de alguna forma, en el área metropolitana», explicó.
Demostración de fuerza
Para Cañizares, los atentados de esta semana en Cúcuta hacen parte de una campaña guerrillera para demostrarle al Gobierno nacional, que en enero pasado suspendió los diálogos de paz con el ELN a raíz de la violencia en el Catatumbo, su capacidad desestabilizadora y mostrar fuerza.
«Es una mezcla de decisiones internas del ELN de salir a mostrar de lo que pueden ser capaces de hacer junto al conflicto en el Catatumbo que irremediablemente aquí tiene unas consecuencias», aseguró.
La presencia del ELN no es nueva en Cúcuta y su área metropolitana pues desde hace décadas esa guerrilla se mueve por la frontera y en los últimos años incluso ha establecido campamentos del lado venezolano, razón por la cual el mes pasado los dos gobiernos anunciaron una colaboración militar para combatirla.
«Este grupo ha establecido estructuras urbanas sólidas con una notable capacidad para llevar a cabo acciones violentas de todo tipo y no podemos negar que hay sectores dentro del área metropolitana donde la influencia del ELN es fuerte, lo que plantea serias preocupaciones sobre la seguridad y estabilidad de Cúcuta», añadió Cañizares.