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La imagen original de la virgen, del siglo XVI, fue abandonada durante años tras perder su color, hasta que una devota la recuperó y volvió a colocarla en una capilla, donde, según la tradición, se produjo una restauración milagrosa de la obra.
En 2017, durante la visita del Papa Francisco a Colombia, su imagen fue trasladada desde el santuario de Chiquinquirá (centro de Colombia) a Bogotá a petición suya. El argentino fue el segundo pontífice en venerarla, tras Juan Pablo II en 1986