Región Caribe

Médico advierte sobre estigmas sociales del VIH y sus repercusiones

El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) como una enfermedad de transmisión sexual, se encuentra rodeada por un gran estigma social debido a la asociación que se les da a comportamientos de riesgo, principalmente sexuales, no aceptados por la sociedad como la prostitución, la promiscuidad y prácticas homosexuales y transexuales. Situación que no puede ser generalizada pues no son estos los únicos comportamientos que pueden generar el contagio. A esto se le suma que, si las personas portadoras tienen una característica de vulnerabilidad adicional (desplazados, privados de la libertad y población migrante), son expuestos a una discriminación mayor logrando alejar a toda la población portadora de la sociedad y oportunidades laborales. El desconocimiento sobre el VIH, la toma de decisiones basados en creencias, miedos, mitos y el temor al contagio de formas equivocadas, se traduce en discriminación, rechazo y exclusión a las personas portadoras, en descuido personal en la realización de pruebas de tamizaje para detección de infección por VIH y en el no uso de métodos de prevención como el preservativo.

Los portadores del VIH tienen un agravante adicional y es el miedo a que se conozca su situación por lo que limitan su acceso a servicios de salud de manera oportuna y terminan agravando su estado de salud convirtiéndose en potenciales propagantes de la enfermedad. En ese momento, la salud mental del portador entra a jugar un papel determinante para la toma de decisiones en cuanto a su bienestar y calidad de vida. Estados de ánimo asociados a la ansiedad y la depresión pueden hacer que opte por cambiar hábitos o descuidar aspectos importantes en su vida.

El malestar emocional de los pacientes portadores de VIH es causado por comentarios populares basados en desconocimiento sobre el virus y que se acompañan de actitudes que marginan a las personas de las actividades sociales de convivencia, integración y de trabajo. Estas acciones generan un choque emocional que puede llegar a determinar las decisiones que pueda tomar un paciente con respecto a su tratamiento y a su vida, mucho más cuando este tipo de situaciones se presentan en un entorno familiar cercano. En esos momentos, lo que más se necesita es un soporte que pueda ayudar a levantar el valor del ser humano quebrantado por la sociedad.

Los prejuicios de algunos profesionales en salud tienen grandes repercusiones en la calidad de la atención que se presta a las personas portadoras de VIH por lo que podría traducirse en una alta tasa de inadherencia y abandono de los pacientes a sus tratamientos. Los profesionales están en la obligación de convertir todo el entorno medico en un ambiente completamente libre de prejuicios y lleno de confianza para poder generar un ambiente confiable y cálido para el paciente. Además, juegan un papel determinante en la educación que se brinda a los usuarios y sus familias, pues a través de su educación, mensajes, experiencias y actitudes, van a lograr ir cambiando esa imagen estigmatizada que hay sobre los pacientes portadores del VIH. El primer muro a derribar siempre serán los auto prejuicios que posee cada paciente y así se podrá dar herramientas que los fortalezcan para poder enfrentar y manejar todo a lo que la sociedad los expondrá.

Los portadores del virus, son los candidatos indicados para generar el inicio del cambio en su entorno y poder mitigar o desaparecer esa imagen estigmatizada con la cual cuenta el VIH y la población portadora, debido a que se encuentran inmersas en estructuras que les proporcionan medios para el aprendizaje y el conocimiento. De esta manera pueden llegar a su familia con información certera y veras sobre la enfermedad y poder generar cambios y bienestar para ellos, su familia y las personas que se puedan ver afectadas.

El conocimiento basado en información confiable, será un recurso social de gran importancia para mitigar el impacto negativo que se evidencia en la sociedad sobre el VIH y las personas portadoras. La información de fuentes conscientes y estructuradas puede ser la diferencia entre una persona que decida acogerse a un tratamiento y vivir de igual manera a la de otra

“Los instan a proteger la cultura, las tradiciones y la moralidad de un país que ya no existe” La voz de la igualdad.

Jairo A Jimeno-Orozco*

*Médico – U. de Cartagena, Candidato a Magister en Salud Sexual y Reproductiva – Universidad El Bosque

 

 

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