Renuncia de Blatter desata feroz lucha por el poder en la Fifa

La renuncia de Josepth Blatter a la presidencia de la Fifa, ha desatado una verdadera lucha por quedarse con el poder en esa federación, que maneja uno de los más jugosos y multimillonarios negocios del mundo.

El saliente Blatter convocó a un nuevo congreso para que los representantes de las 209 asociaciones escojan al nuevo mandamás del fútbol mundial y, a su vez, el continente europeo quiere retomar el poder.
Tras la renuncia de Blatter, hay quienes consideran que lo más seguro es que el continente europeo se quede con el control del negocio del fútbol.

Esa consideración plantea un verdadero revolcón en la geopolítica del fútbol y cambiaría por completo el dominio de los negocios que maneja este deporte de grandes multitudes.
Entre la FIFA y la UEFA ha habido una guerra fría en los últimos 20 años,  porque  por las ligas del viejo continente tienen los equipos más poderosos por su capacidad económica y siempre se han mostrado en contra de los manejos globales de la FIFA, que mal que bien ha democratizado la penetración del fútbol –como negocio global- en mercados que parecían lejanos como el americano, el asiático y en el último lustro el de medio oriente.

Mientras que la FIFA impone calendarios para que las competiciones de seleccionados tengan cabida en las agitadas temporadas anuales, la UEFA insiste en tener prelación para sus ligas y su “apasionante Champions League”. Con Blatter y el ya fallecido Julio Grondona al mando, la lucha interna entre la UEFA y la Conmebol terminaba inclinándose hacía el lado suramericano, pero después del estallido del ‘FIFAgate’ todo el ajedrez puede cambiar.

Blatter construyó su imperio apoyando a las pequeñas federaciones en detrimento de los más poderosos. Durante años esa preeminencia repercutió en la repartición del dinero. Mientras la FIFA giraba fondos para que, por ejemplo, la Federación Colombiana de Fútbol construyera una sede propia, relegaba los apoyos a los países europeos. Durante la última década esa fue la queja constante del viejo continente.

La UEFA, lejos de quedarse con los brazos cruzados, aprovechó su capacidad organizativa para fortalecer sus competiciones. Consiguió patrocinios por su cuenta y maneja a su antojo los derechos de transmisión de sus partidos. Esta independencia relativa y las profundas diferencias se fueron acrecentando con las controvertidas escogencias de sedes para los próximos mundiales.

Para el Mundial de 2018, España y Portugal postularon una sólida candidatura, basada en la importancia de sus ligas. La FIFA ya tenía comprometida la competición para Rusia, que garantizó un jugoso patrocinio a todas las competiciones. El bloque de Blatter, encabezado por la Conmebol, votó por Rusia y desató la furia de las ligas más importantes del mundo.

Todo empeoró con la selección de Catar para que sea sede del 2022. Esta vez fue Estados Unidos el que se presentó como candidato para ser sede, y una vez más el bloque de Blatter escogió a Catar –a pesar de sus problemas climáticos y de infraestructura- sin importar las denuncias por amaño de votos. Los estadounidenses no se quedaron con ese golpe e iniciaron una serie de investigaciones que desencadenaron en el escándalo más grande registrado de la cúpula de este deporte.

Desde que finalizó el Mundial de Brasil, en 2014, la UEFA arreció en sus críticas contra la centralización de la FIFA. La Copa América Centenario se convirtió en el nuevo ‘florero de Llorente’.

Para Europa esta competición le significa perder a los mejores jugadores a mitad de temporada, por lo que tendría que apretar el calendario. Además se cruza con el desarrollo de la Eurocopa, lo que le restaría televidentes a su producto.

Por esto Michel Platini insistió en la candidatura del príncipe jordano Ben Alí. Buscaban hacer una carambola a tres bandas: sacar a Blatter del camino, congraciarse con los mercados de medio oriente e imponer sus copas como el producto insignia del fútbol mundial. Y fue la justica estadounidense la que le dio el empujón que tanto se necesitaba.

La renuncia de Blatter deja vacante el trono y la UEFA aparece como la organización más sólida para tomar las riendas, ya que la Conmebol y la Concacaf salieron seriamente heridas tras los escándalos de corrupción. Las restantes confederaciones de los demás continentes están expectantes a las directrices europeas.

El congreso para elegir nuevo mandamás en la FIFA está presupuestado para los primeros meses de 2016. En este periodo de transición lo más seguro es que la UEFA difunda un mensaje de renovación y cambio. Argumentarán que su organización tiene la experiencia y la capacidad para refundar a la entidad y mejorar la calidad del fútbol que vemos día a día.

 

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