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Romance en la Cima, crónica: Por Celso Guerra Gutiérrez

En un recodo empinado de la serranía del Perijá, uno de los macizos colombianos más imponentes de américa, con una exuberante y variada vegetación, con animales salvajes de todas las especies, caudalosos ríos, diversas y coloridas aves, propias de estas alturas, Belleza original en peligro de extinción por la irresponsabilidad de nativos y colonos por quemas indiscriminadas, que han arrasado con su sistema ecológico, en ese majestuoso entorno natural, está enclavado la población de Media Luna, poblado pequeño y frio para la época, jurisdicción del municipio de San Diego de las Flores. Aprovechando este sitio privilegiado por la naturaleza, esta población fue construida por personas que venían agobiadas por la violencia política, promediando la década del cuarenta del siglo pasado, llegaron con sus familias provenientes de los santanderes. Se instalaron ahí en busca de trabajo y paz, y con su laboriosidad y tesón lograron construir la prosperidad que caracteriza esta región. En las postrimerías de los cuarenta, ante el desarrollo agrícola de esta zona y su acogedor clima, llego hasta ese lugar procedente de San Juan del Cesar, Guajira, Camilo Gutiérrez Daza, con su Familia conformada por su esposa Ana Vega y sus hijos Alfonso, Agustina, Gilma y Luis Camilo. Ellos se instalaron en una rica y fértil hacienda propia para la cría de ganados, aves de corral y cultivo de pan coger de esa zona. En las estribaciones de esa serranía se encuentra el caserío del Rincón, tierras con las mismas propiedades fértiles, allí habitaba el laborioso hombre de San Diego, Celso Guerra Arzuaga, Hijo de Miguel Mario Guerra Araujo y María Cresencia Arzuaga Cujia, pareja con raíces Sandieganas y San Juan del Cesar, La Guajira. Celso, atendía la hacienda ganadera de su papa, La Esmeralda, colindaba con la parcela de pan coger, del extraordinario juglar Juan Muñoz Guerra, con quien parrandeaba al regreso de Muñoz de sus correrías por la costa en su oficio de mensajero a lomo de mula entre Valledupar y Ciénaga. Los trabajadores de la estancia La esmeralda ordeñaban el ganado muy temprano en horas de la madrugada, después eran llevados a los potreros y se esparcía por las sabanas del rodeo, algunas se perdían o eran robadas por cuatreros menores de la región y el con su hermano menor Alfonso salían por la tardes a recogerlos. Una tarde cuando salían al acopio del ganado conocieron A Camilo y esposa Ana, su hermana Filomena una mujer menuda de estatura pero de recio carácter y sus hijos, entre ellos se encontraba Agustina, joven menuda, sencilla de elegancia y belleza natural, estas cualidades impactaron a primera vista al apuesto joven y laborioso Celso, quien de inmediato le mando su flechazo de cupido a la bella dama. Como era de suponer la propuesta amorosa prematura del galán no fue aceptada por Tina, como era cariñosamente conocida Agustina por su dulzura, ternura y amabilidad en el trato, ella venia de un hogar de fuerte formación católica, donde el rosario se rezaba a diario en latín, sin entender un ápice este idioma, sus estudios fueron en el convento de las monjas de La Sierrita corregimiento de San Juan del Cesar, La Guajira, en donde su mama Ana, abrazó los hábitos por una larga temporada. Tina, además confeccionaba a la perfección las artesanías de su tierra, mochilas, aretes, collares, manillas, productos que tenían un alta aceptación en el mercado por la finura en su elaboración. Mientras elaboraba estas manualidades, cultivaba el canto con gran maestría y señorío, tenía una tesitura vocal que hubiera envidiado la más famosa artista de la época fueron talentos que se perdieron por nuestro atraso medieval. Inmediatamente, Guerra preparo su plan estratégico de conquista, su hermano Alfonso se convirtió en su escudero y mensajero epistolar, medio de comunicación vanguardista para la época. El transporte de Alfonso para llevar las misivas amorosas, era un viejo burro cansado y garañón al que le costaba subir los empinados caminos de herraduras con profundos y temibles abismos, subía asustado por parajes exuberantes pero solos y llenos de peligros de animales salvajes, esta incipiente vía comunicaba al Rincón con Media Luna donde residía su amada. Al principio cartas iban y venían, se concretó una cita personal entre los enamorados con la anuencia de los padres de la joven, se formalizo el noviazgo, que duro 3 años; como era obvio, hubo brindis entre los enamorados y después el novio se fue con su hermano y celebro lleno de alegría su conquista. Se formalizo la unión entre los prometidos, las dos familias estuvieron de acuerdo con la boda, que se celebró en 1948 en la iglesia del perpetuo Socorro de San Diego, se celebró en casa de los padres del novio, con abundantes viandas criollas y música amenizada por la banda de La Paz y el compositor Leandro Díaz, quien había hecho amistad con Camilo Gutiérrez, al que conoció en la población de Tocaimo cuando ambos vivieron allí y lo inmortalizo en su canción “Los Tocaimeros”. La pareja se radico en el Rincón, por su preparación básica académica, Agustina fue nombrada maestra en la escuela del caserío, mientras su flamante esposo seguía en su oficio de ganadero, fueron llegando los hijos, Adulfo, Yadira, Beder, Mario y Celso. El matrimonio se trasladó a vivir a San Diego de las Flores, que para la época era corregimiento de Robles, cabecera municipal, La Paz, Celso autodidacta consumado lector voraz de los esporádicos periódicos capitalinos que llegaban a la región, lo que le dio una estructura del conocimiento universal, fue nombrado como la máxima autoridad de la población, Inspector, cargo que ejerció muy eficazmente. “El viejo Checho” como le llamaban sus hijos, después fue algodonero, ganadero y agricultor, como lo dijo su compadre Alonso Fernández Oñate en la canción “Soy Vallenato”, ganadora en 1976 de canción inédita en el festival vallenato. Guerra también fue inspector de rentas del departamento y por su extraordinario conocimiento del acontecer nacional, se convirtió en asesor político de los ex gobernadores Jaime y su hermano Luis Mariano Murgas, Jorge Dangond Daza “Ney” Daza, y muy cercano al padre del departamento, y también ex gobernador, ex ministro y ex embajador plenipotenciario, José Antonio Murgas reconocidas figuras en el ámbito departamental nacional. Tina, fue nombrada maestra en Los Tupes, iba por la buena mañana y se regresaba promediando la tarde a San Diego, duro 3 años impartiendo conocimiento a la niñez de esa población, forjando nuevo valores que le sirvieron y aun le sirven a la región, hasta que decidieron fijar su residencia en 1963 en Valledupar. La familia echo raíces en Valledupar, sin olvidar su procedencia sandiegana, la mayoría de los hijos se hicieron profesionales en la capital del Cesar, Agustina y Celso fallecieron a avanzada edad, fueron sepultados en esta capital con intervalos de tiempo entre ambos. Los restos de Celso y Tina fueron trasladadas y sepultadas al lado

en el mausoleo de la familia Guerra en San Diego, donde son visitados por todos sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.

 

 

 

 

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