Viejos útiles, viejas frágiles / Tiro de chorro
Imposible no inmiscuirse en la realidad nacional y local, imperdible no sentir sus efectos, sus miedos, sus decisiones e indecisiones; pero un experimentado sabio me contaba que para momentos así, viejos útiles (libros) y viejas débiles (páginas) aclaro, para no meterme, en debilidades y calenturas comportamentales de la actualidad, hablo de aquellos libros viejos útiles, de páginas gastadas que también en algún tiempo fueron leídas, miradas, calentadas, amadas y consumidas, como ciertas cosas…
La revista Selecciones del Reader´s Digest, publicó hace pocos meses, la primera edición en español de diciembre de 1940. Los textos siguen siendo presentes, actuales, pero ojear la historia reciente es maravilloso, penetrante, satisfactorio. Cartas ejemplares de Abraham Lincoln, Curioseando por el Caribe de L, Hemingway y A. Jenkinson, es de placer, de San Andrés dice por ejemplo: El mejor almacén de la isla es de un alemán, Bernardo Regnier, quien llegó aquí en 1921 y no pidió su ciudadanía sino cuando Hitler invadió a Polonia. Instaló una estación de radio en los cerros, vendía petróleo, se vestía elegante y le causó curiosidad que dos personas en un pequeño barquillo rondaran por ahí, el gobernador de la época Guillermo Ruiz Navas, los recibió, y les contaba la soledad y casi el olvido de las islas. Los avisos de la revista, son dicientes. Refrigeradores Kelvinator, Bolígrafos Parker Vacunatic con garantía vitalicia, relojes Hamilton, insecticida FLIT, Radios Philco- Tropic y el automóvil que sería la revolución de 194i el Nuevo Studebaker Campeón!
Las prosas recuperadas de Gilberto Owen en Colombia, un extranjero, con pasos borrosos por el país según comentan, logró escribir en EL Tiempo, columnas entre 1933- 1935 que tienen un factura impecable, Japonerías, La niña que murió de asco, El sacrificio estéril, Una huelga de hambre, entre otras se parecen hoy día a nosotros.
Otro viejo librito es Azul, de Rubén Darío, la sola presentación de Juan Valera, miembro de la academia española de la lengua de aquellos tiempos, es magnífica: Todo libro que llegue desde América despierta mi curiosidad, pero ninguno hasta hoy que haya despertado tan viva como la usted. Su libro está impregnado de espíritu cosmopolita, hasta su nombre y apellidos, verdaderos o contrahechos o fingidos hacen que se note, Rubén es judaico y persa es Darío, de suerte que por los nombres no parece sino que usted quiere ser o es de todos los países, castas y tribus. Y pensar que Rubén Darío fue Cónsul General de Colombia en Argentina, gracias a su amistad por el expresidente Rafael Núñez. Esos costeños para ayudar, no tienen límites.
Cierro con aquel viejo texto DE 1974, Así es La Guajira en su cuarta edición del padre José Agustín Mackenzie Useche- Guarecú- para los provincianos, dice por ejemplo que los guajiros suelen no darle nombre a los riachuelos, sino que los apellida según su parcela o región por donde pasa el río o arroyo. Los arroyos de La Guajira solo se conocen en invierno, en el verano son lechos secos y arenosos, algunos como Popoya, Tguaya, Ururu, Guarapacera, Macheche, Majujura, El Salado, Mayunyura, Guipa, Cojoro, Ichepo,Maracaipao, Pátsuarruy, etc, mejor dicho conozca a La Guajira.
Ay, los libros viejos! Sus hojas amarillas traen nostalgias, siempre imagino en los talleres cuando los editaron, y esos artesanos del papel y la tinta tomando cervezas después del trabajo, sin saber siquiera por cuales caminos, ojos, almohadas, cajones, bibliotecas, incluso debajo de algunas neveras como soporte a sus achaques del tiempo. Hay de todo. Si el tiempo nos sigue darnos el permiso, hablar en cualquier tienda del caribe con armadores de libros y libreros, es una de las cosas que suted no debería perder en la vida. Tengo porqué saberlo.