Opinion

Del umbral y otras inquietudes electorales

Por/ Oscar Martínez Ortiz

En el entendido de que a estas alturas ya se tiene una noción, o al menos el conocimiento básico, sobre cómo funcionan el *umbral, el cociente electoral y la cifra repartidora, es pertinente analizar otros aspectos que se derivan de este tema en particular y que, por cuestiones de espacio, no se abordaron en el artículo anterior.

Es preciso señalar que no todas las listas que alcancen el umbral aseguran la elección de curules, como también es sabido que la gran votación de un candidato no le garantiza el triunfo si su lista no alcanza el umbral. Esto se debe a que, precisamente ese fue el espíritu de la Reforma Política de 2003, las modificaciones del sistema electoral tienen como propósito esencial fortalecer a los partidos u organizaciones políticas y al mismo tiempo castigar al cacicazgo, poniéndole barreras electorales a las aspiraciones personales de los grandes gamonales de las regiones.

La Reforma Política de 2003 fue un duro golpe a los denominados coloquialmente como “partidos políticos de garaje”, aunque muchos expertos, y opositores a la misma, la perciben como una amenaza a las minorías. Pero ese es otro debate.

No obstante, en algunos procesos los partidos fuertes también se han visto afectados con esos ejercicios matemáticos que establece la norma. Por ejemplo, en las elecciones pasadas a Cámara de Representantes por el Cesar, el Partido Liberal resultó damnificado debido a que su lista no alcanzó el umbral, pese a que su candidato principal superó en votación de manera amplia a otros que si resultaron electos en otras listas con umbral definido.

En medio de estos ejercicios matemáticos también puede presentarse el caso contrario, mencionado al inicio de este texto, donde una lista logre el umbral, pero no alcance a una curul en razón a que su votación total resulte inferior a la de la cifra repartidora.

Por ejemplo, dado el caso en el que la votación total a Cámara por el Cesar haya sido de 343 mil sufragios, al dividir esta cifra entre el número de curules por proveer que son 4, se tiene como resultado 85.750 votos, ese el cociente electoral, seguidamente se divide entre dos para obtener el umbral, resultando entonces que éste es de 42.875 votos. Lista que no hubiese obtenido esa cifra está “ahogada”.

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Siguiendo con el mismo ejemplo, sucedió que los resultados de las cuatro primeras listas fueron: Partido A con 108.000 votos, Partido B con 85 mil votos, Partido C con 43 mil votos y Partido D con 38 mil votos. Al hacer el ejercicio matemático se obtuvo que la cifra repartidora es de 54 mil votos, eh ahí el detalle. Como se puede observar el Partido D no alcanzó el umbral, pero lo más destacable es que el Partido C pese a que superó el umbral tampoco pudo obtener una curul porque su votación fue inferior a la contenida en la cifra repartidora.

De todas maneras, injustos o equilibrados, esos son los cálculos aritméticos que establece la norma electoral y que los actores políticos deben valorar en toda su dimensión al momento de organizar las listas y sus respectivos procesos de campaña. Bien lo dijo Albert Einstein: “Si todo te da igual es porque estás haciendo mal las cuentas”.

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