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Contraloría alerta sobre deficiencias en conectividad en el Cesar: “En zonas rurales es difícil incluso abrir una página web”

Mientras en algunas ciudades del país la conectividad digital avanza hacia la inteligencia artificial y la educación virtual, en zonas rurales del Cesar aún es difícil incluso abrir una página web. Así lo demuestra la Contraloría General de la República, que tras actualizar su Índice de Brecha Digital (IBD-CGR) evidencia que el departamento del Cesar tiene una brecha de 80 %, 27 puntos más alta que Bogotá, la de mejor comportamiento, o de 7 % más que la del departamento del Atlántico; y tras realizar visitas de campo a sedes educativas oficiales situadas en zona rural, advierte que la calidad del servicio de conectividad digital en la región Caribe, al igual que en el resto del país, es deficiente.

El contralor General de la República, Carlos Hernán Rodríguez Becerra, explica la importancia y analiza los resultados del mismo.

¿Qué es el Índice de Brecha Digital de la CGR y por qué es tan importante?
El IBD-CGR es una herramienta técnica desarrollada por la Contraloría General de la República para medir los efectos reales de las políticas públicas de conectividad digital. No basta con decir cuántos municipios tienen antenas o cuántas sedes educativas tienen internet; el índice evalúa si ese acceso se traduce en uso efectivo, asequible y de calidad.
Se compone de cuatro subíndices que analizan aspectos como acceso a internet y dispositivos; uso básico y avanzado de TIC; capacidad de pago y asequibilidad.; y habilidades digitales.
El propósito es claro: verificar si los recursos públicos invertidos en conectividad están cerrando o no las brechas sociales y económicas.
Qué resultados arrojó el IBD-CGR para el Cesar y la región Caribe?
Los resultados son preocupantes. Mientras Bogotá y departamentos como Antioquia y Santander muestran mejoras en su índice, en el Caribe persisten rezagos estructurales. En 2021, Cesar tenía uno de los puntajes más bajos del país en el IBD-CGR. Aunque el acceso ha mejorado en zonas urbanas, en zonas rurales el servicio es deficiente o inexistente.
Durante nuestras visitas a instituciones educativas en Valledupar, La Paz, Agustín Codazzi, San Diego y Manaure Balcón del Cesar, encontramos que en más del 86 % de los casos las velocidades de descarga de Internet no supera 1 Mbps, lo que impide cualquier uso educativo significativo.

¿Qué significa esto en la práctica para los estudiantes y comunidades rurales?
Una cosa es tener conexión, y otra poder navegar. Si un docente no puede abrir una clase virtual, o si un estudiante no logra descargar una guía, la conectividad se convierte en una promesa vacía. Las comunidades rurales quedan excluidas del derecho a la educación digital, del teletrabajo, de la salud digital y de la participación en la sociedad del conocimiento.
Y esto no es un tema solo tecnológico: es un problema de equidad. La brecha digital en el Cesar es también una brecha educativa, económica y social.

¿Cómo se compara esta situación con el promedio nacional?
Según datos de la Encuesta de Calidad de Vida 2023, el 63,9 % de los hogares colombianos tienen acceso a internet, pero en zonas rurales esa cifra cae al 41,4 %. En el Cesar, y especialmente en municipios PDET, ese promedio es aún más bajo.
Además, el uso avanzado de las TIC —como la realización de trámites gubernamentales en línea, el comercio electrónico o la educación virtual— es prácticamente inexistente en muchos centros poblados y zonas rurales del Caribe. A nivel nacional, solo el 12,18 % de la población realiza este tipo de actividades: 13,4 % en zonas urbanas y apenas 4,73 % en áreas rurales y dispersas. En el departamento del Cesar, aunque los datos no están desagregados por zona urbana y rural, apenas el 6,41 % de la población reporta realizar trámites con el gobierno por internet, lo cual sugiere que la proporción en áreas rurales debe ser considerablemente menor, en línea con la tendencia nacional.
¿Qué consecuencias tiene esto para el desarrollo regional?
Gravísimas. Un territorio sin conectividad queda fuera de las cadenas productivas, de las oportunidades de educación y empleo, y del acceso oportuno a información pública y servicios del Estado. Es decir, se multiplica la exclusión. La brecha digital refuerza la pobreza.
Y más aún: sin conectividad no hay democracia digital ni control ciudadano. Las personas no pueden participar ni exigir sus derechos si no tienen cómo acceder a la información o denunciar.
Qué tipo de inversiones se han hecho en la región?
Se han destinado recursos millonarios a través del Fondo Único de TIC (FUTIC). Por ejemplo, los proyectos de Centros Digitales debían cubrir miles de sedes educativas rurales. Sin embargo, el seguimiento muestra problemas: sedes educativas sin conectividad, equipos desconectados, redes que solo funcionan cuando va el técnico.
En muchos casos, como en la vereda El Mirador de La Paz, Atánquez y Guatapurí en Valledupar, el internet es tan lento que no permite cargar una página web básica. La comunidad califica la infraestructura tecnológica como “un adorno” de acuerdo con las visitas de la CGR.

¿Cuál es el llamado de la Contraloría General de la República?
Que la conectividad se entienda como un derecho básico. No basta con instalar tecnología: debe haber calidad, mantenimiento, apropiación y sostenibilidad. Llamamos a los operadores, al MinTIC y a las administraciones locales a trabajar juntos. Necesitamos cerrar la brecha, no solo con más inversión, sino con mejores decisiones.

¿Qué pueden hacer los alcaldes y gobernadores?
Muchísimo. Son ellos quienes conocen los territorios. Pueden exigir que se cumplan los contratos, hacer veeduría comunitaria, y priorizar en sus planes de desarrollo estrategias de inclusión digital. El internet no puede ser una ilusión intermitente, sino una herramienta transformadora.

¿Y qué mensaje les deja a los ciudadanos del Cesar?
Que tienen derecho a exigir un internet digno, útil y permanente. No es un favor, es una obligación del Estado. Y para lograrlo, su voz es clave. La Contraloría seguirá haciendo control fiscal, pero también queremos escuchar a las comunidades. Porque si no escuchamos a quienes están desconectados, jamás cerraremos la brecha digital.

Tomado de El Pilón

 

 

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